sábado , 25 marzo 2023

Punta Arenas: Adultos mayores se sienten olvidados tras el aluvión

Una propietaria de calle Mario Toleda Viola se queja que los suministros de agua y gas llegan con muy poca presión a su hogar. No es necesario alejarse mucho del centro de Punta Arenas, para ver que a 153 días del aluvión que dejó bajo el agua y el barro a una parte de la ciudad tras el desborde del río de las Minas, aún hay huellas evidentes del paso del torrente que provocó graves daños materiales a centenares de viviendas. A cinco meses de la peor catástrofe natural que ha sacudido a la ciudad en los últimos 20 años, todavía existen personas que no han recibido la ayuda, atención o recursos necesarios para intentar volver a la normalidad. En efecto, con sólo caminar por calle Ignacio Carrera Pinto, en el Nº663 se encuentran los restos de la tienda de telas Paulibel, la que en su interior muestra los efectos destructivos causados por la fuerza del agua. En la misma cuadra es posible advertir una batea instalada por la municipalidad para la recolección de escombros, la que ayer ya estaba repleta. Sin embargo, casi al llegar al ahora lustroso suelo de la Avenida Costanera del Estrecho, es cuestión de dar un par de pasos, para darse cuenta que los vecinos de las calles Julia Garay Guerra, Mario Toledo Viola, o calle Sarmiento de Gamboa, en el sector Playa Norte, deben enfrentar el fango que les recuerda a diario lo ocurrido en la madrugada del lunes 12 de marzo.

 
“Demasiados resfríos”
 

José Vergara, de 80 años, antiguo vecino del pasaje Mario Toledo Viola, recuerda como el lodo se apoderaba lentamente del exterior de su vivienda, “acá el agua corría como un río, y empezaba a levantarse, la casita que tenemos atrás se inundó completamente, y acá adelante, bajo la casa se llenó de barro, y ese es el problema ahora, la humedad que eso provoca y que no nos ha dejado tranquilos desde entonces” relató. Reconoce que ha recibido ayuda de las autoridades, sobre todo para levantar la dañada casa interior, pero admite que junto a su familia han sufrido mucho. “Esta calle ha sido abandonada, una vez que pasó lo más crítico bien poco y nada se acuerdan de nosotros, y se ha notado lo malo, por ejemplo con las enfermedades, ha habido tantos resfríos, que reaparecen en cuanto cae algo de lluvia y todo vuelve a humedecerse”, relató el octogenario jefe de familia.

 
El muro de la discordia
 

A menos de 50 metros, vive Fernando Mancilla junto a su madre de 68 años, en el Nº532 de Toledo Viola, y explica que pese a trabajar todo el día fuera de casa, ha debido dedicar la mayor parte de su tiempo en el hogar a reparar el interior, sin recibir ayuda alguna de las autoridades. “Espero poder en algún momento, si se arregla el tiempo, cambiar las paredes de la casa, porque si bien de a poco he ido reparando el piso y sacando el barro del sitio, es necesario poder arreglar a fondo la casa. Imagínese que acá, cuando bajó el nivel del agua y quedó el olor a alcantarilla, empezó a llenarse de ratones, los que ahora no se ven, ¿dónde cree usted que están?, escondidos en las casas…”. Mancilla recordó, cómo su casa, ubicada justo al costado de río, sufrió los embates del agua que se acumulaba frente a su domicilio, debido a la existencia de un muro de contención, que cierra el pasaje. “Acá, el agua se levantaba y se empezó a acumular, destruyó todo, mi auto (estacionado frente a la casa) quedó inservible, nunca más volvió a andar, y nadie se ha hecho cargo, lo único que queda es trabajar para restaurar todo y seguir adelante, ojalá que nunca vuelva a pasar, sin embargo, hace un par de semanas vinieron a instalar nuevamente el muro, que habían echado abajo para que desaguara, pues ahí lo instalaron nuevamente”, recriminó el vecino.

 
Apenas tengo agua y gas
 

En el mismo callejón, vive la señora Silvia Jara Yáñez, quien al momento del desastre, vivía su duelo, ya que dos meses antes había fallecido su marido, debiendo afrontar por primera vez una emergencia en el hogar totalmente sola. “Fue terrible, fue impresionante, cuando me vinieron a despertar yo tenía como 20 centímetros de fango en mi casa, perdí todo, muebles, ropa, todo. De hecho el piso hubo que hacerlo de nuevo, lo bueno es que nos ayudaron con el subsidio del Serviu para reparar la casa, pero los enseres, los perdí todos, mi hijo me ha enviado algunas cosas de Santiago, y ahora mi living es mi habitación”, comentó la damnificada. La mujer, reconoce que de a poco ha podido reconstruir su hogar, pero que aún falta mucho para retomar su vida normal, más si consideramos que transitar por las calles, impregnadas de barro por doquier, siguen complicando la vida de la vecina. En lo que la mujer sí pide a las autoridades colaboración, es para solucionar el problema de servicios básicos que presenta: “Una vez que volvieron los suministros, ahora el agua con suerte sale de la llave, no hay presión, o se taparon las cañerías, la verdad es que no lo sé, pero no puedo lavar ropa ni bañarme, y algo similar pasa con el gas, tengo que levantarme muy temprano a prender el calentador, porque apenas tiene una pequeña llama, pareciera que no hay presión de gas”, comentó la propietaria de la vivienda de calle Mario Toledo Viola Nº531.

 
“Nadie me ha ayudado”
 

Juan Cárdenas, de 84 años, morador de la vivienda ubicada en Sarmiento Nº1510, escapó apenas el agua comenzó a ingresar a su vivienda la madrugada del 12 de marzo, cobijándose en la casa de una de sus hijas donde debió permanecer por casi tres días hasta poder reingresar a su hogar. “Cuando volví a mi casa, el agua ya había salido, y en el momento parecía que no había pasado mucho, sin embargo, fue tiempo después que empezaron los problemas, ya que los cimientos de mi casita se empezaron a carcomer, y el piso se empezó a levantar, entonces lo que a mí me pasó fue que cuando vinieron a hacer el catastro yo les dije que no me había pasado gran cosa, sin saber lo que vendría más adelante, hasta ahora nadie me ha ayudado”, se afligió.

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