Entre los consagrados que desfilaron ayer en el escenario destacaron Yaman, Arak Pacha, “Rolo” Contreras y Jairo.
Con un epílogo lleno de emociones y premios cerró anoche el XXXIII Festival Folclórico en la Patagonia, certamen magallánico se dio en medio de un numeroso marco de público, al igual que las noches anteriores.
La jornada final se inició ayer pasadas las 20 horas con una alegoría medieval de un grupo de jóvenes de la Sociedad Tolkien Magallanes, quienes recibieron a las autoridades con sonidos de troncos y un colorido cuadro. Esto fue seguido de una performance con bailarines y actores dirigidos por Mauricio Bahamondes y Lissette Jerez.
A las 20,20 horas salió el primer consagrado de la noche, el conjunto folclórico Yaman, que ofreció piezas selectas de su repertorio y del cancionero folclórico como “Una pena y un cariño” o “Tristeza del porqué”. Un obsequio especial fue la canción “La propuesta”, de Roberto Carlos, acompañados por niños violinistas de la Escuela Padre Alberto Hurtado y un joven cellista.
El “monstruo” festivalero los retribuyó con un merecido Ovejero y Ñandú.
Más tarde, la Orquesta Festival daría el pase al Ballet Folclórico Municipal, dirigido por Oscar Carrión. Este grupo, que había estado hace tres años en el festival, realizó un lucido cuadro de danzas de La Tirana, que le valieron ser retribuidos con un Ovejero y un Ñandú.
Pasadas las 22,10 horas vino el bloque con las cinco canciones finalistas del certamen en su última presentación antes de que el jurado dirimiera a los ganadores.
Isabel Parra
Tras un breve interludio teatral a cargo de La Colonia, el escenario Alfonso “Cocho” Cárcamo recibió a una de las estrellas más esperadas de la noche, la folclorista Isabel Parra. En esta cita con la historia, la cantautora nacional, hija de la inmortal Violeta Parra, dejó el alma en sus interpretaciones, acompañada de su hija Tita, y de los destacados músicos Raúl Aliaga, Pablo Lecaros y Emilio García.
En intercambio con el público, Isabel incluso dio a elegir algunos temas e incluso pidió a que personas subieran a cantar con ella (“Ni toda la tierra entera”). Un Ovejero y un Ñandú coronaron su actuación, la que incluyó canciones como “Lo que más quiero”, “La tierra” (con un rechazo a una Patagonia con represas), un homenaje a Violeta (“La jardinera”, “Vivan los estudiantes”, “Run Rún se fue p’al norte”) y a León Gieco (“En la frontera”).
Un especial momento de la noche fue la realización del homenaje preparado para Pedro Sánchez Barría, como impulsor permanente del Festival Folclórico en la Patagonia.
A continuación, el conjunto folclórico Hoshken le puso color y calor a la noche, con cuadros de danzas de distintas latitudes del país y cantos en vivo sobre el escenario central.
A la 1,10 horas de hoy, luego de una representación en teatro y danza, Patio Trasero, le tocó subir al escenario a los Arak Pacha, con un nutrido repertorio de ritmos andinos.
Pasadas las 2 de la madrugada, haría su aparición en escena el folclorista, autor, compositor y humorista magallánico, “Rolo” Contreras, acompañado por sus músicos.
Tras una celebrada rutina, este consagrado que saltó a la fama en “Coliseo Romano” daría paso a uno de los momentos más esperados de la noche como lo fue la lectura del acta del jurado con premiación de la competencia del festival.
En medio de cierto descontento del público, un emocionado Sergio Castro recibió el Ñandú que lo acreditó como ganador del festival con su canción “Fuga en El Vaticano”. En tanto, el segundo lugar recayó en “A orillas del humedal”, de Punta Arenas, de Daniel Graglia y Alvaro González, interpretada por Claudio Damián,
Al cierre de esta edición subía al escenario el argentino Jairo, quien cerró el espectáculo.
“Hace dos semanas teníamos miedo que no viniera la gente”
“Este es el primer festival de la nueva administración, generalmente el primer día del festival sale un poquito lento, pero este año parece que hemos superado esa parte”.
Así lo resaltó Diego Concha, director artístico del Festival Folclórico en la Patagonia, señalando que trataron de hacer un menú en cuanto a espectáculo, con números que tuvieran mezcla, algo del presente y también de la historia del festival.
“Hay que respetar la historia, a la gente le cuesta mucho de repente, la historia tiene significación desde el punto de vista de dónde viene todo esto y para dónde queremos que vaya”, añadió.
Por otro lado, confesó que “hace dos semanas teníamos mucho miedo de cómo iba a enfrentar el espectáculo la gente, si iban a asistir, si no iban a ir, pero los medios de comunicación nos ayudaron muchísimo y tenemos que agradecerlo”.
Junto a la incorporación de elementos nuevos se pensó también en el tema de la identidad, “lo que somos mirando el estrecho, lo que somos como Patagonia, nuestros ancestros y todo ese tipo de cosas. De ahí que se buscó en el significado, en lo espiritual del festival”.
Detrás de escena “El Artista que nunca se nombra en el festival”
Juan Barra destacan por su pulcritud y por una apariencia que las hace verse “metálicas” a los ojos inexpertos.
Las últimas noches han sido de dormir poco y trabajar mucho para Juan Barra. Si bien lleva años tallando los trofeos para el Festival Folclórico en la Patagonia (tantos que ni recuerda cuántos, aunque cree que desde que se retomó el certamen en 1990), este año el calendario se le vino encima porque le pidieron más premios en comparación al año pasado. Así es, porque en la pasada edición preparó 14 ovejeros (premio destinado a la participación) y 10 ñandúes. En cambio, este año la cifra se incrementó: confeccionó 25 ovejeros y 15 ñandúes. Quizás para que no se repita el infortunio de otras ediciones, en que la organización se quedaba “corta” en la entrega de los galardones, lo que provocó más de una situación incómoda. El martes 30 de julio entregó los trofeos a la comisión organizadora del certamen, cada vez más orgulloso de sus creaciones, que año a año van quedando más impecables. Recordó que la idea de los premios surgió cuando llegó la democracia. En esa ocasión, el recordado comunicador Alfonso “Cocho” Cárcamo, elaboró un concurso para buscar al creador de los trofeos. Ahí, este ex funcionario de Gendarmería se impuso y desde ese momento, comenzó a diseñar los recuerdos para los participantes, sin imaginar que sería por tanto tiempo.
Aún conserva los primeros que talló, y se nota una evolución en el estilo, donde incluso el actual ñandú parece un ejemplar adulto al lado de los primeros.“Hace seis meses comencé a trabajar en ellos, siempre con tiempo. Eligiendo la madera, tiene que ser lenga, porque está en las bases. Demoro cuatro o cinco días en terminar uno”, contó Barra mostrando las figuras de molde, que dan cuenta de lo detallada que es su labor, que planifica con tiempo, pues “termina el festival y comienzo a juntar las piezas, me doy un tiempo de descanso, aunque siempre trabajando en otras cosas, porque también hago galvanos para empresas o para el Ciudadano Ilustre y la intendencia. Pero desde
febrero me concentro en los premios. Estando en Gendarmería aprendí a ser ordenado”, confesó
La Prensa Austral