Tener o no una póliza es una alternativa, nadie nos “obliga” a poseer una, aunque si optamos por no tener ninguna deberemos luego hacernos cargo de las responsabilidades económicas, civiles y penales que surjan por dicha decisión que podemos considerar claramente como poco sabia. Lo expuesto, tampoco significa que tomar la determinación acertada de elegir una cobertura signifique desligarse de todas las responsabilidades; deberemos cumplir con lo que las normas de tránsito y la legislación vigente establecen, para no estar fuera de la ley y adquirir por ello responsabilidades y consecuencias no deseables.
Si nos referimos puntualmente al ámbito automotor, como propietarios o conductores de un vehículo motorizado (auto, moto,camión, etc.), las leyes de tránsito establecen la necesidad de que contemos con algún tipo de seguro. Muchas veces, este egreso es visto como un gasto (evitable), que en las economías personales o familiares entra en algunos meses en el recorte para ahorrar dinero; eso es casi siempre un gran error, más aun cuando en el período en que circulamos sin cobertura sufrimos o provocamos un siniestro (por más mínimo que sea) y/o nos topamos con un control policial y se nos solicita la documentación referida al seguro. Ese “gasto evitable” se transforma, de repente, en la razón de ser de responsabilidades inesperadas y que, en muchas casos, se hacen altamente difíciles de superar.
Y, dado el caso de que nada de eso suceda, el solo hecho de transitar sin los documentos vehiculares pertinentes (en este caso, el comprobante que acredita que contamos con una póliza) genera un estrés y una preocupación permanente que nos priva de disfrutar a pleno nuestros viajes y hasta de hacer recorridos más largos por miedo a caer en situaciones desagradables como las antes mencionadas.
Todo eso negativo que viene dado por no cumplir con un requisito elemental, puede evitarse con un pequeño egreso mensual, que es claramente una inversión más que un gasto; por lo que, sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que una cobertura de seguro: “más que una opción es una necesidad”.
El mercado nos ofrece alternativas variadas, que van de la Responsabilidad Civil (lo mínimo exigido por ley) a otras más completas (Todo Riesgo, Todo Riesgo con Franquicia, etc.). La R.C., también llamada Contra Terceros, responde por los daños que ocasionemos a otros bienes y personas producto de un accidente vehicular; las otras más sofisticadas varían según las características propias de cada una, las cuales dependerán del coche utilizado, el lugar de asentamiento del mismo, el precio que queramos abonar por la; póliza de seguro, etc.
Tal como podemos deducir, sea cual sea la elegida, es sumamente importante contar con una cobertura de seguros y estar tranquilos, después de todo mas allá de los daños materiales que puedan sucederse hay vidas en riesgo cuando conducimos un vehículo.