Tubo lugar el primer encuentro del tribunal que juzga al fiscal que se animó a investigar a Lázaro Báez. Hubo tensión, demoras, peleas y retención de celulares a los periodistas que realizaron la cobertura.
«Acá no entra nadie que no haya presentado por escrito un pedido de acreditación», advierte con voz firme un empleado de la Procuración General de la Nación, que refuerza el aviso con un agregado inquietante: cumplir el trámite tampoco garantiza el ingreso a la audiencia preliminar del juicio político que enfrentará José María Campagnoli, porque en la sala «hay poco lugar: sólo tenemos espacio para un grupo reducido de (12)periodistas«.
A minutos del horario previsto para el inicio de la audiencia (11 de la mañana), en la puerta del Ministerio Público Fiscal se vive un verdadero caos: los periodistas pugnan por conseguir un lugar en el encuentro judicial y comparten espacio con un centenar de personas que -convocadas por la agrupación Será Justicia- expresan su apoyo al fiscal de manera impetuosa: hay gritos, insultos y empujones para todos y todas.
Ese contexto propicia un áspero roce entre movileros y seguidores de Campagnoli que se contradicen de forma involuntaria: exigen ardorosamente que se autorice el ingreso a la prensa, pero a la vez arremeten contra varios periodistas a los que acusan de ser «infiltrados de La Cámpora«.

Superado el sofocón y luego de numerosas idas y vueltas -entre el ingreso de Avenida de Mayo y el alternativo, que se encuentra en Hipólito Yrigoyen- Infobae logra acceder a la sede de la Procuración para presenciar una audiencia preliminar cuyo inicio se demorará tres horas por el pedido de recusación de Ernesto Kreplak(posteriormente rechazado) que fue realizado por la defensa del enjuiciado.
En ese lapso, el fiscal que podría ser destituido -por presunto «exceso de investigación» en la causa de lavado de dinero que involucra a Lázaro Báez- sale varias veces a la calle: en una ocasión saluda a la gente que lo apoya y luego canta el himno nacional junto a todos ellos.
Las restricciones no se acaban en las limitaciones de espacio: antes de ingresar al salón Nelly Ortiz de la Procuración General, los periodistas deben dejar sus teléfonos móviles en la recepción porque «está terminantemente prohibido grabar o sacar fotos durante la audiencia«; para recuperar sus pertenencias, cada uno de los representantes de los medios de comunicación deberá presentar el numerito que recibió en la mesa de entrada a la sala cuando dejó su dispositivo electrónico.
Una declaración inesperada
La audiencia, que se perfilaba como un trámite preliminar de la verdadera batalla judicial que comenzaría en el mes de junio, imprevistamente toma temperatura por el encendido debate que protagonizan Ricardo Gil Lavedra e Ignacio Irigaray (hombres de la defensa) y los representantes de la Fiscalía, Marcelo Berro y Adolfo Villate.
La sorpresa la da el propio Campagnoli, quien pide la palabra para «contestar la prueba» en su contra: «Sé que en esta audiencia no debemos alegar, pero quiero dejar en claro que mi fiscalía se apegó estrictamente al cumplimiento de la ley y no duplicó ninguna investigación«.

El fiscal refuerza su argumentación con el recuerdo del caso de Alfonso Severo, un testigo en el juicio por la muerte de Mariano Ferreyra que estuvo 24 horas desaparecido: «En ese momento la Procuradora me pidió que intervenga en un caso que era de jurisdicción federal; a diferencia de lo que sucede ahora, ahí no se dijo que me excedí en mi competencia, sino que se convalidó mi investigación. Pido que hoy se tenga en cuenta«.
El presidente del tribunal, Daniel Adler, interrumpe a Campagnoli y le pregunta si quiere declarar bajo la advertencia de que sus dichos podían llegar a «perjudicarlo«. Tras una serie de discusiones entre las partes se resuelve ir a un cuarto intermedio que iba a ser de 15 minutos pero es de 45.
En el tramo final de la audiencia, el Tribunal de Enjuiciamiento anuncia que mañana (por el miércoles) definirá las fechas de inicio del juicio (será el 9 de junio), audiencias y alegatos, así como los nombres de los testigos que participarán de las diferentes instancias.
Son las 16.20 y Campagnoli sale del recinto acompañado por sus hermanos y sus cinco hijos, que siguieron todo el encuentro desde la primera fila; algunos llevaban remeras con la inscripción «Sin Justicia no hay República«.
En la puerta del Ministerio Público Fiscal todavía hay unas 50 personas que resisten la lluvia y explotan de júbilo al ver la figura del hombre que decidió investigar a Lázaro Báez. «No aflojes, estamos con vos«, le gritan al fiscal.
Mientras Campagnoli habla con la prensa y adelanta que «si es necesario se apelará a la Corte», un grupo de personas convocadas por redes sociales se insulta con periodistas de la Televisión Pública a los que tildan de kirchneristas.
El fiscal abandona la zona con una sonrisa, pero, antes de perderse entre la gente que escapa del diluvio que azota a la ciudad de Buenos Aires, le cuenta a Infobae cuál es la sensación que le dejó la audiencia preliminar del juicio político: «Me voy muy preocupado«.