Río Gallegos.- El presidente de la Sociedad Rural de Río Gallegos, Michael O’Byrne advirtió que los productores están produciendo la mitad que hace 20 años. “El productor pequeño no puede recapitalizarse, y la ley ovina, que era una herramienta excelente, se desvirtuó al vencerse los primeros diez años”, en 2011.
Otro disgusto es la logística de transporte. La zafra ovina coincide con la de frutas y la exportación pesquera. Ambas actividades resultan mucho más importantes para las navieras que llegan hasta los puertos patagónicos, que lógicamente les dan prioridad, y muchas veces los ovinos quedan sin embarcar. “Una solución ha sido ir en camión y despachar por San Antonio o Bahía Blanca. Pero esto tiene un costo muy alto”, dijo O’Byrne. Esto se agravó desde que el Gobierno desactivó el puerto de Montevideo, con lo que el trasbordo pasó al congestionado Brasil, donde se suman cuatro o cinco días de navegación.
Para peor, la macro tiene a las economías regionales contra las cuerdas. De hecho, la Argentina tiene una especie de cuota Hilton ovina, de 23.000 toneladas, que nunca llegó a completarse. Cuando mejor estuvo, en la década pasada, se enviaron unas 8000 toneladas anuales. Pero de allí vino en picada y en 2013, el total de carnes y despojos ovinos exportados a todos los destinos fue de solo 1359 toneladas, según el Senasa, y citado por el Diario La Nación.
El valor del dólar oficial con inflación en muchos casos no permite exportar. Este año, por la devaluación de 20% de enero, los despachos ovinos al exterior crecieron frente al año pasado. En julio alcanzaban 1867 toneladas. Pero esa ventaja se fue va disolviendo.
Más allá de lo económico y climático, otras cuestiones complican a esta cadena, como el abigeato (práctica frecuente y a veces organizada a escala), el guanaco (que salta alambrados y compite por el pasto y el agua), y los depredadores: el puma, el zorro colorado y los perros cimarrones en Tierra del Fuego.