El abogado constitucionalista Daniel Sabsay hizo un balance en InfobaeTV de cómo se aplican hoy en día las modificaciones implementadas en 1994: «Estamos más cerca de la reelección consecutiva ilimitada que de un sistema que limite la re-reelección»
Se cumplen 20 años del Pacto de Olivos, aquel pacto firmado por Raúl Alfonsín y Carlos Menem para poder habilitar, entre otras cosas, la reelección de este último. En aquel entonces, los mandatos presidenciales eran de 6 años, sin posibilidad de ser reelegido. Con la firma de este pacto, se pasó al sistema actual de gobiernos de 4 años con posibilidad de reelección por cuatro años más. A cambio de esta reelección, Alfonsín creyó que negociaba una cantidad de instituciones y organismos que iban a cambiar el sistema institucional de la Argentina para bien, como el Consejo de la Magistratura, la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires y la jerarquización de los tratados internacionales.
Con el objetivo de realizar un balance de estos 20 años, Daniel Sabsay habló conInfobaeTV y fue contundente: «La atenuación del presidencialismo como esperaba Alfonsín no se ha logrado, sino que lo que se considera hiperpresidencialismo goza de muy buena salud en Argentina».
Sobre este tema, el constitucionalista agregó que «este es un sistema en el cual la separación de poderes está trastocada a favor del Ejecutivo» porque éste tiene cada vez más autoridad mientras que «los otros dos poderes que lo componen quedan supeditados a su voluntad».
Otra de las modificaciones que contempló la reforma constitucional fue la inclusión del jefe de gabinete: «El jefe de ministros es una figura que no tiene independencia del presidente», afirmó Sabsay. Además, consideró que la falla se encuentra en que «aquel que debe ser controlado puede remover a quien controla cuando se le antoje» y esto provoca que «la falsa independencia del controlado hace que el control desaparezca». Finalizó sentenciando que «el jefe de gabinete es una función que nada ha modificado la relación entre los poderes».
En la misma sintonía de discurso, Sabsay consideró que otra cuestión que contribuyó al fortalecimiento del presidente son las facultades legislativas que se le otorgaron, como los DNU, los decretos delegados y los decretos de promulgación parcial de leyes: «Se pensaba que se iba a permitir que solo excepcionalmente se aplicasen, pero el procedimiento que se derivó en una ley posterior para el control de esa excepcionalidad tardó más de 10 años en ponerse en marcha». Del mismo modo, advirtió que «la Corte Suprema de los 90 consideró que aunque no existiera esa ley, de todas maneras el Poder Ejecutivo podía seguir dictando estos decretos».
Este punto de la reforma constitucional junto con la creación del jefe de gabinete son «las modificaciones menos felices de la reforma del 94», aseveró Sabsay.
Otro de los temas a los que hizo referencia el abogado constitucionalista fue la situación del federalismo hoy en día: «El federalismo fiscal está muy bien contemplado en la reforma, una ley de coparticipación que debió haber sido dictada como máximo el 31 de diciembre del 1996 y jamás se presentó un proyecto», denunció.
Siempre sobre el mismo tema, Sabsay agregó que «todo el sistema fiscal que rige en la Argentina va en el sentido opuesto a lo que dispone la reforma constitucional». Afirmó que el sistema «va hacia la total centralización» y que «la Nación permanentemente aprieta a la Provincia para que decida la inclusión de si le mando o no el dinero que le corresponde».
Acerca del sistema electoral que rige en el país luego de la reforma, Sabsay dijo que «es enorme la diferencia que existe con Estados Unidos», en donde si un presidente es reelecto, cumple los 8 años y no puede volver a presentarse nunca más. «Aquí la Constitución es tan generosa con el tema de la reelección que, dejando pasar un plazo de un mandato, alguien puede volver a presentarse y representarse, después de haber estado ya 8 años», analizó.
El constitucionalista concluyó diciendo que «son cosas que no existen prácticamente en ningún otro lugar de Latinoamérica», y que con este sistema «estamos más cerca de la reelección consecutiva ilimitada que de un sistema que limita la re-reelección».